La función del serum es llegar a las capas más profundas de la piel.
Tienen una alta concentración de principios activos y son mucho más ligeros que las cremas, ya que al ser aplicados previamente a la hidratante, el objetivo es que se absorban lo más rápido posible.
Según las necesidades propias de cada piel, al aplicarnos un serum facial deberemos optar por uno u otro tipo, ya que las características y propiedades del producto están destinadas a tratar un objetivo concreto.
Por lo tanto, las diferencias entre las diferentes clases de serum faciales dependen de los componentes que contengan y de los resultados que queramos obtener.
Por ejemplo, para lograr un efecto anti arrugas, un serum que contenga epiderfil puede resultar eficaz, ya que es un activo que actúa directamente sobre las marcas de expresión. Está formado por el ácido hialurónico fragmentado que penetra en las capas más profundas de la piel, absorbe el agua rápidamente y rellena las líneas de expresión de dentro hacia afuera.